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miércoles, 5 de diciembre de 2012

Discapacidad intelectual.


El concepto de Discapacidad Intelectualestaba relacionado anteriormente con el de “retraso mental”, el cual se refería a aquellas personas cuya capacidad intelectual era significativamente inferior al promedio, un cociente intelectual aproximadamente de 70 o inferior en un test de cociente intelectual administrado individualmente (en el de niños pequeños, un juicio clínico de capacidad intelectual significativamente inferior al promedio).

También  está asociado con el déficit o alteraciones de ocurrencia en la actividad adaptativa actual (eficacia de la persona para satisfacer las exigencias planteadas para su edad y su grupo cultural), en por lo menos dos de las áreas siguientes: comunicación personal, vida doméstica, habilidades sociales-interpersonales, utilización de recursos comunitarios, autocontrol, habilidades académicas funcionales, trabajo, ocio, salud y seguridad.

El inicio de esta discapacidad se da antes de los 18 años de edad.





Se distinguen cinco tipos en la clasificación de Retraso mental:

  •       Retraso mental leve: cociente intelectual entre 50-55 y aproximadamente 70.
  •       Retraso mental moderado: cociente intelectual entre 35-40 y 50-55.
  •       Retraso mental grave: cociente intelectual entre 20-25 y 35-40.
  •       Retraso mental profundo: cociente intelectual inferior a 20-25.
  •   Retraso mental de gravedad no especificada: cuando existe clara presunción de retraso mental, pero la inteligencia del sujeto no puede ser evaluada mediante los test usuales.

El siguiente enlace que ofrecemos es un documento en el que aparece una visión más general del retraso mental:


En la actualidad se recomienda dejar de hablar de retraso mental y utilizar, en su lugar, la expresión discapacidad intelectual; ya que este último pone en evidencia un concepto contextual y ecológico de la discapacidad; responde mejor a las prácticas profesionales actuales, que se centran en conductas funcionales y apoyos contextuales; proporciona una base lógica para proporcionar apoyos individualizados debido a que se basa en un marco de referencia ecológico-social; es menos ofensivo para las personas con esa discapacidad; y es más consistente con la terminología internacional, incluyendo los títulos de revistas científicas, investigación, etc.

Históricamente, se distinguía entre causas orgánicas y ambientales de la condición a las que se hacía referencia como deficiencia mental, retraso mental. Con la introducción de la definición de 1992 de la AAMR se adoptó un enfoque multifactorial en el sentido de que se entiende que la etiología de la discapacidad intelectual es compleja e implica la interacción de múltiples factores biológicos, psicológicos y sociales.

Lo que este nuevo modelo desarrollo es un concepto de “retraso mental” en el que el funcionamiento individual se considera desde una perspectiva multidimensional e interactiva, como algo determinado por la interacción entre cinco grandes dimensiones y los apoyos que se reciben:

1.     Habilidades intelectuales.

2.    Conducta adaptativa.

3.    Salud física y mental.

4.    Participación, interacción, roles.

5.    Contextos.


      Los apoyos pueden ser:

  •  Intermitentes: apoyos ocasionales y más o menos breves, de alta o de baja intensidad.
  • Extensos: apoyos continuados en uno o más contextos, sin limitación personal.
  •  Limitados: apoyos continuados durante un periodo de tiempo dado.
  •   Generalizados: apoyos constantes y de alta intensidad en mayor parte de los contextos.

En el siguiente enlace que proponemos, se comenta un poco el término de discapacidad intelectual que os pueden ayudar a entenderlo un poco mejor:




Pasaremos ahora a presentar las necesidades educativas que se derivan de la discapacidad intelectual. Las necesidades educativas más frecuentes y relevantes son:

  • -      Desarrollo personal y social ->


. En la discapacidad intelectual leve se atiende enseñando prácticas concretas y cuidar la organización del entorno.

. En la discapacidad intelectual moderada se atiende con programas de refuerzo específico en los entornos naturales (control de las condiciones ambientales).

  • -      Desarrollo cognitivo ->


. En la discapacidad intelectual leve se atiende reduciendo la abstracción y complejidad e incrementando ayudas.

. En la discapacidad intelectual moderada se atiende enseñando las rutinas de aprendizaje.

. En la discapacidad severa y profunda se establece una atención cognitiva muy significativa en centros específicos.

  • -      Comunicación y lenguaje ->


. En la discapacidad intelectual leve se refuerza la comprensión y expresión (apoyo logopédico).

. En la discapacidad intelectual moderada se favorece la estimulación expresa de todas las dimensiones en comprensión y expresión. En su caso, valorar sistemas complementarios.

Por otro lado, se establecen Necesidades Educativas Especiales en diferentes dimensiones:

  • Necesidades derivadas del funcionamiento intelectual: atención, memoria, control conductual, metacognición, procesamiento de la información en todas sus fases.
  •  Necesidades derivadas de las habilidades adaptativas: desarrollar en los niños el desarrollo de la comunicación, autocuidado, habilidades de vida en el hogar, habilidades sociales, utilización de la comunicación, autodeterminación, salud y seguridad, habilidades académicas y funcionales, ocio y tiempo libre, trabajo.
  •  Necesidades derivadas de la participación, interacción y roles sociales: implicar al alumno en la ejecución de tareas en la vida real.
  •  Necesidades derivadas de la salud: recalcar a los niños la importancia del apoyo emocional, ya que los problemas de salud no son distintos, pero sí los efectos de los problemas de salud.
  • Necesidades derivadas del contexto: favorecer la estabilidad, predictibilidad y el control.






Ahora vamos a pasar a hablar sobre la educación de los niños y niñas con discapacidad intelectual, tanto en el aula como en casa.

Nos centraremos en una educación temprana de esta discapacidad y para ello nos apoyaremos en un modelo de enriquecimiento parental. Este modelo defiende que debemos centrarnos en las necesidades, aspiraciones, proyectos y prioridades identificados por la familia, con el fin de promover al máximo un funcionamiento familiar positivo. Por otro lado, trata de promover la competencia de la familia para movilizar sus recursos, partiendo de sus propios valores y capacidades. También es prioritario fortalecer las redes de apoyo social mutuo y potenciar el uso de los recursos existentes. Además, se debe tener como un objetivo prioritario potenciar la capacidad familiar de ser autosuficientes para atender a las necesidades del niño o niña.

El desarrollo y el aprendizaje del niño con discapacidad intelectual precisan que todo el conjunto de sus entornos de desarrollo se organicen para maximizar el tipo de experiencia que se ha descrito como mediación social o, siguiendo a J. Bruner, “andamiaje”. No sólo las actividades específicamente educativas, sino toda la experiencia social y familiar del niño, deben sistematizarse para proporcionarle ese tipo de experiencia.

El siguiente enlace nos habla de forma más detallada sobre el proceso de andamiaje:


También es importante tratar de integrar de forma efectiva en la escuela y en casa las técnicas y procedimientos de enseñanza-aprendizaje que se han mostrado especialmente eficaces, como por ejemplo:

  • Técnicas de modificación de conducta.
  • El principio de redundancia (hacer llegar la información por diversos canales sensoriales a la vez y combinando distintos sistemas de comunicación).
  • La presentación simple y muy estructurada de los estímulos.
  •  El refuerzo sistemático de las habilidades básicas que sean requisitos para la adquisición de otros aprendizajes.
  • La práctica reiterada con un grado de autonomía creciente.


Los principales criterios metodológicos para la intervención educativa con el alumnado con discapacidad intelectual son: aprendizaje basado en la experiencia; realizar actividades específicas para la generalización de lo aprendido; tener y mostrar confianza en la capacidad de aprendizaje del alumno o alumna; secuenciar las tareas en pasos más pequeños; utilizar estrategias de diseño universal de aprendizaje; prestar niveles de ayuda más elevados de lo habitual; usar estrategias de comunicación total; reforzar positivamente el esfuerzo y los logros parciales (no sólo el final); darle más tiempo para realizar las tareas; pasar gradualmente de la directividad a la autonomía en las tareas.

Por último, la familia y el ámbito educativo del niño/a tienen que colaborar juntos en esta tarea tan importante que es tratar a un niño/a con discapacidad intelectual. Por ello, como profesores debemos ofrecer a las familias información clara y exhaustiva, como punto de partida para una auténtica colaboración; prestarles orientación y apoyo en sus necesidades, ya sea mediante tutorías individualizadas o mediante sistemas más complejos y elaborados como las escuelas de padres o los grupos y redes de apoyo; establecer medios de coordinación con la familia y los servicios extraescolares para hacer un planteamiento conjunto, complementario para el desarrollo del niño, de las experiencias escolares y extraescolares… 

En el siguiente enlace se exponen una serie de intervenciones que nos han parecido adecuadas para complementar este tema:



Para finalizar nos gustaría concluir con esta fotografía y decir que debemos tratar a los niños/as que tienen discapacidad intelectual, ofreciéndoles las mismas oportunidades que a los demás, desarrollando al máximo sus posibilidades y competencias, aunque presentando con ellos una atención más individualizada, ya que requieren más ayuda de profesionales. Y sobre todo, tratarlos con mucho cariño y dedicación.



ELLOS SE LO MERECEN TODO.

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